Texto por: Jacaranda Ayala Pineda

Esta noche, el aura de los objetos nutre la nuestra, se alimenta de estar reunidos en un mismo lugar, un solo altar; testigos silenciosos del tiempo, esperando a ser usados o reflexionados…

A dos años de la primera exposición - multitudinaria-  que realizamos en mi propia casa, resulta imposible no preguntarnos qué configura un hogar. La respuesta, tras continua reflexión y experimentación, aún no es clara. Lo que sabemos es que no se limita a un espacio- ni una casa o  familia- se configura a través de personas y objetos compartidos en espacios comunes y los cuidados entre ellos.

Nuestra piedra angular, la conexión en espacios seguros, se convierte en la fuerza que ha llenado nuestro hogar de personas dispuestas a intercambiar experiencias y conectar profundamente. El mundo está repleto de seres y objetos que actúan según sus propios objetivos y caprichos, motivaciones que los demás no pueden comprender. El arte es  la búsqueda de entendimiento entre los diferentes lenguajes, dialogando con los mismos objetos y activando cosas entre ellos.

Las obsesiones que ayudan a sanar, las metáforas de procesos personales y las intervenciones en materiales que representan lo que amamos u odiamos son solo una capa de la interacción que podemos tener a nivel macro, pero una clave definitiva para entendernos como compañeros en el proceso de vivir y lidiar con ese duelo intermitente, o  bien para generar esa fe que nos permita continuar, evolucionar al dolor o pena que  las tradiciones y celebraciones (hetero cis capitalistas) traen consigo.

La intersección se manifiesta en el juego y la ironía de crear arte desde lo personal, incluso cuando el mundo parece desmoronarse. Es el único escape ante el inminente colapso social, espiritual y capital. El archivo se ordena por sí mismo para recordar, sentir, pensar, el pasado, presente y futuro.

8 de Diciembre de 2023